Recuerdo mirar hacia la calle, y Dios me acompañaba con llanto. -Se que hoy, lo mas probable, es que no haya ido al mar, me dije.
Sentí humedad, agua que resbalaba de unos pantalones anchos, de quien se encontraba a mi lado. Pensé que era uno de mis compañeros de viaje, y no repuse en mirarle la cara.
Como la sinfonia mas perfecta, escuché: no te alegra mi llegada?
Di un salto, que en aquel lugar todos quedaron estupefactos. Queria decirle tantas cosas, prestarle mi ropa, o simplemente abrigarla con mis brazos y no dejarla escapar.
Pero no me salieron las palabras , y mis ojos los senti humedecidos. Salí del trance y la invité a que se sentara...
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