El teléfono no dejó de timbrar esa madrugada, y nadie quería levantarse a tomarlo, mucho menos Rosa; pero ante la insistencia hizo un esfuerzo y se levantó.
-¿Ya olvidaste mi voz?, susurró el teléfono, ¿o ya ocupan mi lugar?
-Te he extrañado tanto, dijo, con voz temblorosa.
Ya falta poco, no te desesperes, aguarda mi llegada...y finalizó la llamada.
-¿Por qué ahora?, cuando ya por fin estaba logrando borrarlo de sus entrañas... se aparece.
Aun a distancia, sigues burlándote de mí, y haciéndome daño.
Tomó un vaso de agua, se sentó.
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