domingo, noviembre 22, 2009

Cuitas de Una Gaviota Herida XXIV

El teléfono no dejó de timbrar esa madrugada, y nadie quería levantarse a tomarlo, mucho menos Rosa; pero ante la insistencia hizo un esfuerzo y se levantó.

-¿Ya olvidaste mi voz?, susurró el teléfono, ¿o ya ocupan mi lugar?

-Te he extrañado tanto, dijo, con voz temblorosa.

Ya falta poco, no te desesperes, aguarda mi llegada...y finalizó la llamada.

-¿Por qué ahora?, cuando ya por fin estaba logrando borrarlo de sus entrañas... se aparece.

Aun a distancia, sigues burlándote de mí, y haciéndome daño.

Tomó un vaso de agua, se sentó.

No hay comentarios.: