domingo, noviembre 22, 2009

Cuitas de Una Gaviota Herida XXV

Tomó un vaso de agua, se sentó y la felicidad de escuchar esa voz que tanto había anhelado, invadió su cuerpo y hasta se puso a bailar.

Ese día fue distinto, hizo los quehaceres del hogar. ¡Cuán feliz se encontraba!

Ya se había olvidado de mí, y de tantos años de angustia. Nadie quiso preguntar sobre ese cambio, creo que pensaron que fue por mí. ¡Qué iluso fui!

Decidió no ir, ni al cafetín ni al mar...Se cortó el pelo, se maquilló, compró ropa nueva.

Mientras yo...la esperaba en aquel banco del parque.

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